lunes, 14 de diciembre de 2009

Felices Navidades


La Navidad ya está aquí, da igual que te escondas, a pocos sitios vas a poder escapar. No intentes huir del turrón y el mazapán, son tenaces. Y la familia te está esperando, quieras o no, para darte todo su amor y felicidad, o eso intentan, caray, eso intentan.
Y no te quieras librar de las colas para comprar: Lotería, regalos, roscón, cabalgata... es inútil. Ahí están, despiadadamente presentes en nuestras queridas ciudades, tan acogedoras en estas fechas tan acogedoras.
Y las cenas de empresa, qué decir, qué ilusión, todo el año esperándolas para confraternizar, si cabe aún más, con compañeros y jefes. Y si encima te sale gratis, qué alegría; y si no, pues... ¡un día es un día, Peláez!, como díria aquél.
Y las cestas de Navidad, otro elemento para dar gracias al cielo, aunque la que le den a los colegas en sus respectivos curros sea cien veces mejor, o aunque no te den la jodida cestita, que luego las cosas gratis engordan más.
Y hablando de engordar, si cada año es lo mismo y ahí estamos, iguales que hace 10 años... o mejor, que no todo tiene que tender a empeorar. Y si no, luego viene la cuesta de enero, que ya casi dura hasta abril, y así conseguimos bajar esa barriguita navideña, con tanto subir y subir.
En fin, que estas fechas están para eso, para disfrutar sin pensar en nada más. Y que si cada vez está todo más caro y cada vez hay más paro y cada vez nos suben más el bonobús, pues ni caso, a pensar que nuestro equipo se convierta en campeón de invierno, que todavía lo puede conseguir, ¡seguro!
!FELICES FIESTAS, MUCHACH@S¡

jueves, 10 de diciembre de 2009

viernes, 4 de diciembre de 2009

H&T


La otra noche soñé contigo,
estaba oscuro pero aún así te veía el rostro
desmadejado, confuso y retorcido.
No era agradable, no era bello,
era como era, simple y abismal,
como la vida, era igual que la vida,
un perseguir un ansia,
un ansia por perseguir.
Nunca recordaré tu rostro
como en aquel sueño,
tan lleno de alegría y deseos
de revolución.
Las cosas luego ocurren,
sin motivo quizá.
Y te ves, apartado en la orilla,
aterido de frío y asombrado:
Cómo llegué hasta aquí.