sábado, 23 de octubre de 2010

El cuadro

Hace años que vi aquel cuadro. Hoy ya no existe, desapareció. Formaba parte de una serie de pinturas de paisaje, obra de Martin Sliedmann. Estaban dispuestos los cuadros sencillamente, en una sala rectangular pequeña y retirada de la galería Wittert de Lieja. La luz era adecuada, suave, normal en una galería de arte. Al entrar, observé una decena de lienzos, todos de idéntico tamaño, en torno a unos 40x30 centímetros. Ninguno me llamó la atención a primera vista, y comencé a verlos de izquierda a derecha de la sala. Eran bellos paisajes del norte de Europa, Bélgica, Holanda y Alemania sobre todo, pintados entre los años 1820 y 1860, colocados en orden cronológico. Lo primero que destaqué de aquellos cuadros era la ausencia de detalles pintorescos: No aparecían pastores, reses, ni carromatos, ciervos o cazadores. Por un lado estaban influidos por el romanticismo alemán de Friedrich, y por otro, recordaban algo el paisajismo inglés del primer Turner en la captación de la densidad, la humedad, el rocío en las briznas de hierba. Me agradaron sobre manera, y me detenía largo tiempo en cada uno de ellos. En esto he de decir que no iba acompañado, y los comentarios y descubrimientos me los guardaba y los razonaba conmigo mismo. Tampoco había demasiada gente en la sala, que se encontraba en un rincón del edificio más bien discreto y apartado. Para mí era la última que iba a visitar, y como me quedaba un poco de tiempo antes de llegar a una cita que tenía esa tarde, decidí entrar en aquella sala que me quedaba por ver.
Según avanzaba, me di cuenta de que no percibía ninguna evolución de estilo aparente, a pesar de que eran pinturas realizadas en intervalos de tiempo considerables: de un paisaje de Bochum pintado en 1832 se pasaba a un paisaje de Alsacia hecho en 1844. Iba llegando al final de la serie de cuadros desconcertado. El último, fechado en 1860, año del fallecimiento de Sliedmann, era un paisaje de su ciudad natal, Haarlem: Un molino acompañado de un árbol seco, en una pradera de color verde intenso. El cielo, tormentoso. En el aire, denso, flotaba un ave negra minúscula. El artista vislumbraba el final.
Me disponía a abandonar la sala, abstraído en estas cosas. No era consciente de lo que me iba a suceder. Como un susurro de náyade, claro y lejano sobre el rumor de un río, me llegó un hálito misterioso e indefinido, la llamada de un alma poderosa y desconocida. Por supuesto me detuve, y me acerqué al "cuadro". Fui directamente a Él. Era el lienzo número cuatro de los diez que había. Los otros desaparecieron de mi vista.
Me situé delante. Lo recordaba, era un paisaje fechado en 1829. La cartela que los responsables de la exposición habían colocado a un lado, cerca del marco, a su derecha, no indicaba de qué localidad o región se trataba. Era el único paisaje no identificado de los allí presentes. Posé mi vista de la cartela al cuadro. A la pintura. Al milagro. Allí había, por así decirlo, un árbol. El árbol ocupaba el centro del lienzo. Era un árbol retorcido, viejo y de escaso follaje. Pero no era un árbol amenazador, no era un árbol triste. Era un árbol luminoso, en medio de una pradera salvaje de un color verde esmeralda, sin apenas desniveles, que se alejaba a través de planos sencillos y casi se podría decir ingenuos. El aire se arremolinaba en ondas cálidas y rojas, como si de un atardecer alucinado se tratara. En aquel momento me di cuenta de que el "cuadro" había sido mutilado. Le faltaba la parte de abajo. Debía continuar, la escena, por la parte de abajo del "cuadro". Se apreciaba, sobre el borde inferior del marco, la zona en que el lienzo había sido cortado, cercenado. De repente vi que a la izquierda del árbol había una cruz, una cruz cuyo centro era un círculo, a modo de cruz presbiteriana. Era de hierro, oscuro y herrumbroso, y estaba inclinada, ligeramente, hacia el árbol. Éste se inclinaba y retorcía en la misma dirección que la cruz, como si fuera a ascender al cielo arrebolado desmaterializándose en fragmentos de madera, cenizas, polvo. Las hojas del árbol se agitaban furiosamente sometidas a un viento frío y desesperado. Algunas flotaban en el aire. A la derecha del árbol una sombra se extendía de arriba a abajo, y de nuevo descubrí que ese lado también había sido recortado en otro tiempo por manos extrañas como garras de animal, pues dicha sombra apenas aparecía más que perfilada bajo el borde del marco. El aire en lo alto rugía, llegaba una tormenta o una noche monstruosa, unos remolinos rojos como fuego circulaban entre el árbol y la cruz, incendiando la escena y creando brillos incandescentes en cada superficie, llevándome a mi al centro de aquella escena desolada y soñada. Me encontraba en un sueño, dormía, era otra persona, yacía con una mujer de larga melena castaña, sufría y padecía penalidades, era feliz y odiaba al mismo tiempo, tañía una cuerda y molía pigmentos, veía crecer a nuestros hijos y deambulaba por calles oscuras, invocaba a los astros y rezaba en la catedral, viajaba a otra ciudad, discutía y temblaba, enterraba a otros hijos, a mi esposa, huía al destierro, desaparecía para siempre de los hombres y sus obras.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Back in your head acústico

Tegan and Sara perform Back in Your Head acoustic from WBEZ on Vimeo.

Amor

No creo en el amor, el amor pasa a tu lado pero no se queda. Sólo se puede quedar si surge de tu interior. Pero eso no es el amor que todos mentamos superficialmente. No es un amor romántico. Pero no sé muy bien qué es realmente, o si existe realmente.
¿Ha estado siempre dentro de nosotros?, ¿es una ilusión producto de la química?, ¿es propio del ser humano?, ¿es propio de los seres vivos?, ¿es?
¿Es simplemente dejar escuchar nuestro interior? ¿Es abandonar el ego y ponerse en el lugar de los demás? ¿Es útil? ¿Es innecesario en nuestra sociedad deshumanizada?
¿Es, a su vez, producto del ego, que cree sentir algo por algo? ¿Es una actitud vital? ¿Es un desprendimiento de las cosas materiales? Y si fuera así, ¿por qué habría de ser necesario un desprendimiento de algo? ¿Para no sufrir? ¿No se sufre ya con todas las circunstancias que rodean a lo que llamamos vida? ¿Cómo no sufrir? ¿El budismo, hinduismo o cualquier otra religión/filosofía ayudan en algo? ¿Es posible sentirse realizado, trascender? ¿Es ese el objetivo? ¿O el objetivo es aprender, mejorar, perfeccionar el alma? ¿Existe el alma? ¿Somos? ¿?

martes, 10 de agosto de 2010

viernes, 25 de junio de 2010

La ciudad

La estación de las lluvias era su favorita, quizá porque temblaba por un motivo físico concreto. Pero la lluvia en sí no le complacía sobremanera. Sí le complacían las calles mojadas, encharcadas, y si llegasen a embarrarse hasta convertir todo lo visible en un lodazal habría sido, casi, feliz.

Si el agua lo inundara todo, si la ciudad, sombría y destartalada, yaciera bajo el mar como un naufragio inmemorial, sería feliz.

¿Por qué buscaba de ese modo imaginarse la inconsciencia, el abandono y el olvido?

Una paloma muerta era mejor compañía. Solía encontrarlas muchos días, en rincones oscuros, segada su vida como por sorpresa.

Dos veces intentó hacer volar a una paloma muerta, una vez lanzando los restos al aire, otra vez con su imaginación.

La noche era oscura. Pocas luces se encendían en la ciudad. Perseguía sombras fugaces. Eran eternamente furtivas.

Una vez, la ciudad estuvo en fiestas. Luces de colores surcaron el cielo ruidosamente. La gente parecía alegre. Cantaba.

Una mañana se levantó temprano, pero no tan temprano. Le pareció que era noche cerrada. Contempló por la ventana de un solitario habitáculo la calle y el interior de otras estancias. Era de noche, cerrada.

Aprendió a sobrevivir durante varios años, los más duros y felices. Pero nunca supo cómo podría aprender a vivir simplemente. La vida, en sí, le era ajena. La vida de la ciudad, la vida de las masas inquietas y esquivas.

Años más tarde, cruzó una calle solitaria. Algún transeúnte rondaba los alrededores. No miró a los lados. Un gato muerto, enfrente, le cautivó. Era como si se viera en un espejo deformante. Era, en parte, un alivio.

La noche en que murió, sonaron unas campanas lejanas. Tocaban a muerto.

jueves, 20 de mayo de 2010

Un poco de alegría

Dos escenas de "Mucho ruido y pocas nueces", dos escenas que consiguen llenar el corazón de alegría, que a veces falta hace, sobre todo en esta sociedad decadente y periclitada, en que, claro, vivimos:



miércoles, 28 de abril de 2010

Novedades Yukito Kishiro

Genial, Planeta deAgostini va a sacar, para ahora para mayo, con motivo de la Feria del Cómic de Barcelona, como ocurrió con el último número hasta ahora publicado, el nuevo idem de Last Order, el 18.

Ya sé que esta serie no es lo mismo, no es igual que la maravillosa "Alita, Ángel de Combate", pero en fin. Y conjuntamente sale el recopilatorio de "Other Stories", es decir, "Gunnm Gaiden", con Ido, Koyomi, Alita...

Es una de las cosas que me ha alegrado mi vuelta al curro después de unas vacaciones estupendísimas.

Oh, Tegan!

www.bridgeandburn.com sent me a few jackets to try out! I lov... on Twitpic

miércoles, 14 de abril de 2010

Behind the scenes... love it!

Click en el Play:

Tegan y Sara entrevistadas... por ellas mismas

Click en el "Play":

Entrevista, 27 de octubre de 2009


Tegan y Sara en Spinner

The Cure, 27 de octubre de 2009


Tegan y Sara en Spinner

On directing, 27 de octubre de 2009


Tegan y Sara en Spinner

Alligator, 27 de octubre de 2009


Tegan y Sara en Spinner

Hell, 27 de octubre de 2009


Tegan y Sara en Spinner

jueves, 8 de abril de 2010

Animal'z /...


Lo nuevo de Bilal ya está aquí: Animal'z. Es un imprescindible para quien le guste la C/F y lo poético unidos en una misma obra.
En otro orden de cosas, la vida puede ser cruel, hermosa, vil, crudísima. Pero desde nuestros cómodos sofás todo es más dulce y llevadero. Es una vida que puede llegar a ser aséptica, monótona y segura.
El presente es mi reino, y desde él gobierno el destino de miles de millones...
En otro orden de cosas, la vida puede que no tenga ningún sentido, señores, puede que no seamos el plan de nadie. Simplemente. O puede que sea lo contrario. Yo me quedo en una posición intermedia, a medio camino de ninguna parte...
Y si todo sale bien, nos veremos en el otro lado...
Por cierto, otra obra imprescindible, pero de verdad imprescindible, si te gusta la C/F y lo poético unidos en una misma obra, es "Crónicas marcianas", pero las de Ray Bradbury. Claro.

martes, 30 de marzo de 2010

Alien, sexualidad pervertida

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Advertencia: Contenido altamente friky.
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Una de mis películas favoritas de ciencia ficción es Alien, el 8º pasajero. Y uno de los artistas más inquietantes de la 2ª mitad del siglo XX es Giger. Inquietante sobre todo por la visión perversa y alienada (nunca mejor dicho) que del sexo muestra en sus obras. Y eso se refleja en la película, según yo entiendo:
Antes de que el alien se convierta en adulto, habiendo sustraido de la víctima la información genética necesaria para adoptar un cuerpo adecuado y más robusto, la relación que se crea entre víctima y agresor es sexual: El facehugger, la "mano" que sale de los enormes huevos que pone la reina, es una especie de vagina con patas.

Pero su sentido es perverso, es una vagina penetradora, su intención es penetrar, entrar en la boca de su víctima, a la fuerza, subvertiendo el orden natural. Es decir, es una violación, pues detrás de dicha intención reside un fin reproductor, es decir, sexual, pero sin la participación del sexo de su víctima.

Además, es una violación interespecie, el alien no necesita relacionarse con miembros de su especie para procrear, sino que le vale cualquier organismo de su entorno. Y no importa que sean hembras o machos, pues el alien no busca unos órganos sexuales determinados, sino que es autónomo, su fecundación no requiere un sexo opuesto, porque los aliens son asexuados, paradójicamente. Esto los hace más siniestros si cabe, pues los aliens "entienden" el sexo de una forma horrible e inmisericorde.

La reproducción del alien es doble, en cierto sentido. La película de Ridley Scott mantiene el misterio sobre la procedencia de los huevos que contienen a los monstruos. En las siguientes películas, conocemos al alien reina. Pero lo que no llegamos a conocer nunca es el proceso por el cual la reina es fecundada (y, como en insectos tales a las hormigas, tras ser fecundada una vez, procreará indefinidamente hasta su muerte). El alien es, primero, engendrado por la reina alien, pero sólo en su estado larvario, que tras eclosionar necesitará a un huésped para culminar su proceso de formación, como si de un gusano que se convierte en mariposa se tratase, solo que de una forma distinta, pues la larva aquí no se transforma, sino que muere después de "fecundar" a su víctima.
El alien, "engendrado" por segunda vez, no va a devorar a su huésped, como sucede con algunos insectos, sino que será "dado a luz". El cuerpo del huésped funciona como el de una madre, lo alimenta y le transfiere parte de su información genética, y cuando está suficientemente formado, se produce el "parto", salvo que en este caso de nada sirve la epidural. El huésped muere indefectiblemente, pues la naturaleza del alien es individualista, es como una plaga que busca la supremacía absoluta frente a cualquier otro ser de su entorno.

No es de extrañar que muchas mujeres embarazadas que ven la película sientan un profundo malestar en la escena del chestbuster, porque nadie desearía un parto semejante...

Alligator remixes on iTunes

ALLIGATOR LP comes out TOMORROW on ITUNES! Remixes by Passion... on Twitpic
ALLIGATOR LP comes out TOMORROW on ITUNES! Remixes by Passion... on Twitpic Tuesday, march 30, new LP on iTunes!

miércoles, 24 de marzo de 2010

Retrato


Una persona va caminando en la oscuridad, a tientas casi, en un rincón de la ciudad. Apesadumbrada maldice su suerte. Ha tejido una tela de araña a su alrededor, para protegerse a sí mismo, pero se engaña; hiere y atrapa en su red a los demás. No ha tenido suerte en la vida, pero tampoco la ha buscado. No lo ha intentado. Es un espejo para los demás, pero nunca ha visto su propio reflejo. Se atormenta con divagaciones pesadas, aunque no libera su mente a los otros. Es cínico por naturaleza, mas no nació así. Siente un furor contenido, una fuerza interior que le apresa, y sin embargo pasa la vida sentado en un mirador.
Ha tenido la necesidad de vagar por las calles, pero es como si deseara vagar por un descampado. Tiene piedad de sí mismo, y también de los demás. Es observador, pero sobre todo de su propio ser. Dispone de mil recursos a su lado, aunque pasa rozándolos apenas, imitando contornos y espesuras, sazonando el paso con suspiros y mohines.
Últimamente ha cobrado fuerza en él un impulso inconfesable, atroz, que querría desatarse en desbandada, y si aflorara no podría volver a llamarse nunca más persona.
Es consciente de sus límites, pero ansía, desesperadamente, quebrarlos, traspasándolos.
Es inagotable su meditabunda inclinación, y sin embargo lo considera insufrible. Ama sobre todo la paz, pero codicia el fulgor de un relámpago, el momento incesante de la eternidad del ahora. Se ve a sí mismo sobre un corcel al galope, sin aliento y desgarrado, dividido en partículas inflamadas, incandescentes contra las partículas que le circundan en una agitación irreal y acompasada, plagada de miríadas de ángeles en un vuelo orbital de diamantes incrustados en vestiduras y trompetas áureas sopladas con adorante frenesí.

martes, 23 de marzo de 2010

De los fractales al infinito

Paseando por la red, buscando información sobre los fractales, me topé con fractales, y allí con dos artículos interesantes sobre fotografía y retoque fotográfico digital: Dave Hill y Jill Greenberg
Bueno, realmente son las webs de estos dos fotógrafos, un paseo por su producción, que en ambos destaca por su virtuosismo. Y además de disfrutar de sus creaciones, disfruté con la originalidad del diseño de ambas páginas.
Por cierto, no llegué a ver nada sobre fractales. Los derroteros de la red me deparaban otros caminos. Así es la vida del internauta, a veces.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Mi refugio nuclear

Mi refugio nuclear es particular.
Mi caverna en las entrañas del terreno infértil.
La extraña cueva de medidas perfectas.
A cielo abierto se vería su hermosura.
Cuatro esquinitas tiene, mas una puerta, que más fácil es de guardar.
A veces salgo a jugar al patio de mi recreo.
Sin luces y a oscuras. No me vas a encontrar.
Cuando surge el miedo pienso en ti,
mi refugio nuclear.
No es de hierro, no es de metal.
Es un cascarón de nuez, una afilada navaja
que corta el silencio.
Pero aquí abajo no se está mal,
subo y bajo la pared,
a tientas hojeo una revista,
y disfruto recordando mi vida de carnaval.
La feria ha terminado, recogen los feriantes sus puestos.
De nuevo, mi refugio, a solas te quedarás.

viernes, 5 de marzo de 2010

La lucha con las ballenas


Recuerdo la lucha con las ballenas.
Fueron los días más felices juntos.
El arpón agarrado a su dura piel, haciendo que la sangre tiñera las aguas verdes.
Pronto descubrimos que no lo hacíamos por los beneficios. Lo hacíamos por la emoción que conllevaba, por la constante sensación de indefensión, por la aparente desproporción del combate, por el triunfo del hombre sobre las fuerzas descomunales de la naturaleza.
A veces la ballena cobraba cara su captura, y muchos marineros, buenos marineros, yacen en el fondo del océano por su causa. Hubo un tiempo en que los llegué a envidiar, pero esa es otra historia.
Ostaende encabezaba todas las cacerías, desde el momento en que oíamos el grito de alarma. Su ímpetu ejercía un efecto en nosotros inmediato. Saltábamos sobre las barcas aullando y riendo, llenos de una energía juvenil desbordante. Era una alegría que no pensaba en la muerte que acechaba bajo las aguas. Era valor, era temeridad, pero aquello nos permitía doblegar a la bestia, al leviatán deforme y gigantesco, de mirada casi humana. Una mirada que aterrorizaba, pero que parecía pedir clemencia. Unos ojos enormes y sin embargo tan expresivos y sinceros.
Ahora que la sal del mar casi ha cegado los míos, en lo que más me recreo es en aquellos años, los mejores sin duda.