sábado, 17 de diciembre de 2011

Corriendo,
desde una distancia infinita
te vi corriendo.
Parecía que corrieses despreocupado,
como el que va a reunirse con un amigo muy querido,
casi como a saltitos.
Pero la carrera es bien corta,
al poco,
desciendes,
y te colocas,
como el que espera la cola del bus,
junto a los demás,
en fila, hombro con hombro,
y esperas.
Esperas muy poco.
Pero qué enorme, qué larguísima
debió de ser la espera.
Arriba,
el ejecutor no tarda nada
en disparar, uno a uno,
a la cabeza, a tu cabeza,
inclinada como si rezaras.
Y caes,
como si nada,
en el fondo de la horrible fosa,
del hueco terrible en la tierra,
donde nada más te ocurrirá,
donde sólo queda tu cuerpo,
porque tú ya no estás,
pues te fuiste
como si nada.

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