viernes, 4 de diciembre de 2009

H&T


La otra noche soñé contigo,
estaba oscuro pero aún así te veía el rostro
desmadejado, confuso y retorcido.
No era agradable, no era bello,
era como era, simple y abismal,
como la vida, era igual que la vida,
un perseguir un ansia,
un ansia por perseguir.
Nunca recordaré tu rostro
como en aquel sueño,
tan lleno de alegría y deseos
de revolución.
Las cosas luego ocurren,
sin motivo quizá.
Y te ves, apartado en la orilla,
aterido de frío y asombrado:
Cómo llegué hasta aquí.

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