jueves, 12 de marzo de 2009

El sueño del Monstruo

"I remember el cielo encendido por el sol del alba y el fuego de los hombres. ¿Tienen orejas las moscas? Y de tenerlas, ¿las habrá dejado sordas la guerra? Porque siempre están ahí, como venidas de ese cielo abierto sobre el infierno, palurdas con su vuelo al ralentí. Por una vez no se las oye. Ni cuando pasan junto al pabellón de una oreja. Entonces me acuerdo de Amir, a mi espalda, concentrado como nunca, amagando un golpe terrible... Una mosca aplastada es como un cuadro abstracto. La que adorna la mano de Amir, tan contento de su trofeo que ríe a carcajadas mientras rugen las armas, podría parecerse a una flor enferma, a un cangrejo mutante, a un objeto celeste, a un autorretrato en un espejo deformante, a una sonrisa de purificador étnico, a un burec mal cocido, a una baklava fallida o a un intelectual mediático, a un decreto del Consejo de Seguridad de la ONU, a una vista aérea de una ciudad herida... Cojo la mano de Amir y miro la palma manchada. Veo a Sarajevo, agonizante".
"El grito que lanzo treinta y tres años después[...] desde la cima de un hotel trivial del centro de Sarajevo, supera el entendimiento. [...] Gritar en una ciudad que recuerda las bombas y la muerte es irrisorio, patético, inútil...".
"La luz me ciega. No veo nada. Recuerdo que no veo nada... Pero oigo ruidos, violentos. Unos mecánicos, ruido de bombas; otros orgánicos, los gritos de los hombres... Los dos conjugados son sinónimo de muerte. [...] También oigo una voz, la más dulce de las voces, que me habla, que me habla, pero que se aleja, que se aleja... ¿Me apartan de esa voz o se aparta ella de mi? El que corre y me lleva es mi padre, y la voz que no volví a oír era de mi madre... Un disparo en Sniper Alley, y cae...".

El sueño del monstruo, Enki Bilal

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